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Recuerdos de mi muerte - Apunte 1 - Cumpliendo mi promesa




Creo que ya, luego de más de tres años de acontecido el suceso - por llamarlo de alguna manera - es tiempo de que cumpla con mis promesas a amigos y conocidos. En realidad se trata de una única promesa con múltiples formas de cumplimiento, de las cuales la aquí elegida es una posible.

Me dice Olga que ponga en antecedentes a los nuevos amigos pues desconocen que a principios de Enero del 2009 me aconteció un hecho que puso un toque más de interés a la para mí muy interesante vida mía.

Durante horas o días estuve oscilando entre la vida y la muerte, cruzando lo que me pareció un borde suave y placentero entre esos dos estados, tan agradable que no me producía más que placer transitar sus idas y sus vueltas.

Fuera de mi cuerpo, en el entorno que suelen llamar "real", todo era un verdadero drama que la misma Olga se ocupó de relatar ("El día que él murió y yo lo vi" - tituló la descripción de su terrible y dolorosa experiencia). Pero desde el momento en el que la anestesista cumplió con su labor (por primera vez, porque me cuentan que hubo una segunda y les creo) y me sumí en un suave sopor, hasta que desperté a la conciencia más o menos plena en la sala de internación postquirúrgica del Hospital de Esquel, no puedo hoy asociar ninguna experiencia con algo triste o doloroso sino todo lo contrario.

Por supuesto, los comentarios de estas notas estarán abiertas para cualquier consulta u opinión. No he olvidado mucho de lo sucedido, ya que de vez en cuando registré en notas escritas en un cuaderno las imágenes y detalles que podían escapárseme de la memoria por el paso del tiempo. Y el intercambio con ustedes me ayudará a reflotar algunos recuerdos que el fluido de los meses pudo haber arrastrado o, al menos, aflojado.

En mis vivencias (¿o "muriencias"?) de esos días en que la morfina y los algo más que me inyectaron mientras mi cuerpo reposaba en la Unidad de Terapia Intensiva conectado al mundo por variados cañitos que llevaban o traían fluidos variados, el Esquel que me rodeaba era en mucho parecido al Esquel real, aunque con ciertos cambios que comenzaré a relatar.

Ayer, 21 de Abril de 2012 y a eso de las 15 hs., llené el espacio de espera de la marcha por el joven Julián Amado recorriendo algunos lugares en los que ocurrieron los hechos relacionados con eso que he dado en llamar "mi muerte" aunque, seguramente, no fue tanto pues si no no estaría aquí hoy escribiendo esto. Y tomando fotografías de esos puntos críticos por los que transitaba en mi "otra vida".

Agradeceré, repito, toda precisión que me pidan porque me ayudará a rescatar los detalles. Y de aquí saldrá una novela - real o de ficción, ustedes dirán - que les debo y me debo.

¿Dónde suponía que estaba? Sin casi dudarlo puedo afirmar que la clínica en la que estaba internado se localizaba en la esquina oeste de la intersección de 9 de Julio y Sarmiento (donde en la "realidad" se alza un gran hotel). De vez en cuando en mi "delirio" miraba por una ventana, y más tarde, cuando anochecía, salía a "dar una vuelta" con Olga, que me venía a buscar.

La esquina citada. Era un edificio antiguo con ventanales muy altos, cada uno con persianas típicas plegables, amplios vidrios y cortinas que también reflejaban muchos años de servicio. La habitación - que luego resultó tener un parecido con la sala de internación de cirugía - tendría unos 8 metros por 4, más o menos, y recuerdo dos o tres ventanas que daban hacia la esquina norte de la intersección (de la que tengo mucho para contar), es decir, cruzando la calle Sarmiento, y una ventana más que daba hacia la esquina sur.

Sobre la calle 9 de Julio estaban las también antiguas puertas por las que se ingresaba a la clínica, situadas a continuación de esta sala, y pasaban por esa vía numerosos automóviles, varios omnibuses urbanos y también había una parada de taxis que no eran blancos como los reales en Esquel sino amarillos al estilo neoyorkino.

Aquí coloco un punto y aparte que me permita separar este apunte del que le seguirá, si Dios quiere. Quedo a la espera de la continuación del relato, pues seré como de costumbre no solamente quien lo escriba sino también el primero en leerlo (y seguramente en sorprenderse con él).

Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
Esquel - Chubut - Argentina



6 comentarios:

  1. pero que fue lo que paso? me interesa por vos y por que conque diagnostico estabas? Estas bien ahora? no se si te estoy preguntando bien no entiendo esto del perfil ja.

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  2. Gracias por preguntar, aunque hubiese preferido que pusieses tu nombre. Un domingo sentí como si me hubiesen roto una botella dentro de mi cuerpo a la altura del ombligo. Quedé doblado en dos y mi esposa llamó un taxi para llevarme hasta el hospital.
    En la guardia me atendió el Dr. Sergio Cardoso con la colaboración de varios médicos y enfermeros. El dolor no pasaba. Me dieron de todo pero no me calmaba. Luego de bastante tiempo bajó el nivel y al día siguiente comenzó un rápido estudio tomográfico que mostró que habían salido de mi vesícula dos "piedras", una de 14 mm y la otra de 17 mm, que se alojaron respectivamente en el colédoco y el cístico. Pero todo eso y mucho más está en mi historia clínica en el hospital (la 21613). Está muy bien que preguntes aunque vas a encontrar más datos sobre la "realidad" en http://losescritosdeguerreradelaluz.blogspot.com.ar/2012/05/el-dia-que-el-murio-y-yo-lo-vi-una.html que es lo que escribió mi esposa relatando su verdadero calvario. Un abrazo.

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  3. daniel soy mercedes fernandez pero no sabia como tenia que identificarme esta tecno me supera.- pero ahora estas bien?.- realmente no supe de este episodio.- Peritonitis?.- me alegra saber como diria mi abuela que estas para contarlo, aunque pasarlo debe haber sido duro para vos y tu flia.- (
    lo digo por experiencia) dps te contare en algun momento.- Un beso y cariños. y saldre nuevamente como anònimo--no se ya voy a aprender.-

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  4. Hola, Mercedes querida. Ante todo te cuento que ahora estoy muy bien, y eso será mientras Dios así lo disponga. No fue peritonitis sino que dos piedras que desde muchos años atrás andaban por mi vesícula decidieron salirse y una se fue a ocluir el colédoco y la otra el cístico. Eran de 14 mm y 17 mm respectivamente. "Tenés piedras hasta en los ojos", me dijo el médico de la guardia del hospital cuando me recibió, doblado yo en dos por el dolor. Ya te contaré más y mejor. Con respecto al "anónimo", mientras seas aprendiz en ésto podés poner tu nombre el final del comentario, como si firmaras una carta. Así podré reconocerte. Bien, doctora, será hasta la próxima consulta. Un beso grandote para vos y los tuyos.

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  5. No podes despegarte de la situación de hacer docencia conmigo jaja.- que va a ser sera tu karma? besos me alegra que estés bien.- saludos. un cariño a Olga.- mercedes

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  6. esa historia pude escucharla en vivo y en directo de tu boca dany, la verdad fue muy impactante... tan real que me impresiono, fue una experiencia que creo pocos han podido vivir, y contarla tambien. gracias a dios saliste adelante y hoy podes volver a ser mi profesor te quiero un tocoooonnnn un abrazo grande daniiii, SEBASTIAN CAPUTTI

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