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El Ratón Pérez entrevistó una gota de agua - cuento infantil de Daniel Galatro



El pasado 22 de Marzo se celebró en el mundo el Día del Agua. Nuestro jefe, el Ratón Pérez, siempre estuvo muy preocupado por ese tema porque sabe que el agua es muy importante para todos los seres vivos ya que sin ella no podemos seguir así: vivos.

Y también le preocupa que ni los humanos ni los roedores tengamos los cuidados necesarios para no estropearla ni malgastarla.

Entonces se preguntó: ¿Qué pensará la propia agua sobre esta cuestión? Pero luego consideró que nunca íbamos a saberlo porque las personas y los ratones suponemos que el agua no puede hablar.

Lo comentó con su esposa y ella le dijo: "Pérez, me extraña mucho tu forma de pensar. Te estás poniendo viejo, marido mío. También muchas personas y seguramente unos cuantos ratones suponen que tú no existes, que eres un invento de alguien y que no sales por las noches a buscar los dientecitos caídos de los niños y dejarles a cambio unas monedas."

Tenía sentido lo que ella decía. Pensando así, jamás el Ratón Pérez le haría una entrevista al propio Ratón Pérez - él mismo - por creer como muchos otros que era solamente un invento para engañar a los niños. Y eso mostraría que no es tan inteligente como él y nosotros sabemos que es.

Para saber si el agua habla realmente hay un camino muy sencillo. Ir y preguntarle algo. Puede ser que responda, puede ser que no. Todo es cuestión de probar.

Salió a la vereda y allí vio cantidad de agua pero muy sucia, que corría junto a la acera arrastrando la basura que los hombres y los ratones arrojan por ahí sin tener el menor cuidado. Como si el agua fuera algo infinito que nunca se va a terminar y que no necesita que la usemos con mucha precaución para evitar ensuciarla.

La verdad, le daban pocas ganas de acercarse porque no solamente le disgustaba la suciedad sino también el feísimo olor que salía de esa corriente de agua tan contaminada.

Miró hacia el cielo para ver si estaba por llover. El agua que venía de las nubes tampoco era del todo pura pero sí mucho mejor que la que corría junto a la acera. Pero no había ningún signo de próxima tormenta. La noche estaba muy clara y las estrellas titilaban en lo alto para recordarnos que, además del nuestro, muchos otros millones y millones de soles andaban por el universo.

De pronto, la luz de la luna iluminó algo allá en lo alto, donde el techo formaba un perfecto ángulo recto y así creaba una punta que sobresalía justamente por encima de la cabeza del Ratón Pérez. ¿Sería alguna gota de agua como la que él estaba buscando?

El punto brillante se dejó caer desde aquel ángulo perfecto y comenzó a verse cada vez más grande a medida que se acercaba al suelo donde, lamentablemente, lo recibiría toda esa corriente de agua sucia y maloliente de la que les hablé.

Fue así que el Ratón Pérez se preparó para capturarla en su mano - en realidad, en su pata delantera derecha - y así evitar que llegase a chocar con la acera.

Sin ruido, suavemente, se depositó ese brillo que venía cayendo, en la mullida pata que lo esperaba. ¡Y era una gota de agua! Limpia, pura, transparente, hermosa.

Pasado el primer momento de sorpresa, acercó su cara a la recién caída y le dijo:

- ¡Feliz Día Mundial del Agua!

Y aunque no parezca creíble oyó que la gota le respondía:

- ¡Gracias! No sé quién eres pero es la primera vez que alguien me saluda en este día.

Y así pudo el Ratón Pérez hacer la nota que andaba buscando.

Todo esto me lo contó mientras me alcanzaba un papel en el que - dijo - encontraría una entrevista que quería que publicara aquí en su blog.

Le pregunté qué había hecho él con la gota luego de su reportaje. Me miró con cara pícara - como siempre - y me preguntó a su vez qué habría hecho yo en su lugar. Luego se dio vuelta y se fue con la bolsa de monedas porque, como todas las noches, tenía mucho trabajo por hacer.

Así que aquí publico el reportaje tal como él me lo pidió.

---

- ¿De dónde vienes, gotita?

- En este preciso momento estoy cayendo desde un techo hacia el suelo. Y lamentando que me haya tocado llegar a tierra aquí, en una calle tan sucia de una ciudad tan contaminada. Hubiera preferido algún arroyo de montaña, algún lago, algo más decente que esto. Pero no puedo elegir.

- ¿Y cómo llegaste al techo?

- Desde una nube muy alta que pasaba por allá arriba y que ya no podía sostenerme más.


- ¿Es la primera vez que te pasa esto?


- Por supuesto que no. Ya me ha ocurrido miles de millones de veces en los últimos miles de millones de años. Siempre estoy circulando del cielo a la tierra y de la tierra al cielo. Una vez oí que le dicen "el ciclo del agua". Por ejemplo, ahora caigo al suelo, me sumo a esa corriente asquerosa en la que muchísimas hermanas circulan rodeadas de basura, llego a algún desagüe, un caño me lleva hasta un arroyo o río cercano, por allí viajo hasta el mar. Luego el calor del sol me evapora y así, como gas, subo nuevamente hacia el cielo y comienzo a formar parte de una nube hasta que, como la de hace unos minutos, ella no pueda retenerme más y me deje caer hacia tierra para iniciar todo otra vez.

- ¿Siempre te pasa lo mismo?

- No. Siempre me pasa diferente. Tengo miles de millones de anécdotas distintas. Un día caí en el campo y quedé justito sobre una brizna de pasto. Llegó una vaquita que me tragó y así anduve por su cuerpo hasta que me instalé en una de sus ubres. Cuando la ordeñaron ya venía yo allí mezclada con la leche, que pusieron en un tarro. Luego la pasaron a un biberón y un niñito me tomó junto a su desayuno. Salí del bebé mezclada con su pis - ¡tenía un olor! - y la mami me arrojó por la cañería de una pileta que me llevó rápidamente hasta un arroyito. De allí a un río, luego al mar, salió el sol, evaporó agua - es decir, muchas hermanas y yo - y subimos al cielo para comenzar todo de nuevo. Esta fue solamente una anécdota pero realmente me ha pasado de todo.


- Parece una vida interesante la tuya.

- Parece. Y lo sería si yo hubiese podido elegir que me sucedieran cosas así. Pero no lo elegí. Es mi destino y estoy condenada a él. Aunque te confieso que más de una vez disfruto de cosas maravillosas que me ocurren, lugares hermosísimos por los que paso, historias extraordinarias de las que me entero.

- Escucha, gotita, alguna vez todo esto debe haber comenzado. ¿Dónde naciste?

- Realmente no lo sé, ni los hombres tampoco lo saben bien. Y mucho menos los ratones. De todas las teorías que circulan me gusta la más reciente, que atribuye mi origen a causas extraterrestres. Hay científicos serios que afirman que el agua llegó a la Tierra en forma de hielo, en el interior de numerosos meteoritos. Al impactar sobre la superficie terrestre liberaron este compuesto - o sea el de hidrógeno con oxígeno que me forma - y llenaron los océanos, o al menos parte de ellos.

- ¿Así que eres una extraterrestre?

- No estoy segura. Porque dicen que no toda el agua proviene de esos meteoritos.

- ¿Y qué más se siente siendo una gota de agua?

- Lo que me hace sentir bien es que ayudo muchas veces a permitir que la vida continúe. Y cuando los seres vivos también lo aprecian - no en muchos casos - comparto con ellos un poco de su felicidad. Pero me pone muy mal cuando veo seres humanos que nos usan para tareas horribles, nos ensucian con venenos, y cambian nuestra función de dar vida por la de causar enfermedades y muerte.

- Realmente me estás haciendo entristecer a mí también. Ya me siento culpable de haberte deseado un feliz día mientras a mi alrededor muchos te esperan para hacerte sufrir.

- No, amigo. Te agradezco mucho el deseo y te voy a pedir un regalo muy especial. Cuídame y haz que tus amigos me cuiden. Que me usen pero que no me dañen. Así serán muchas más las veces en que mi ciclo en la naturaleza me ponga feliz y muchas menos en las que me haga sentir mal. A mí y a mis incontables compañeras.

- Lo haré. Te lo prometo. Y ahora, ¿qué hago contigo?

- Déjame ver. ¿Tienes alguna plantita bella cerca?

- Sí, aquí hay un hermoso rosal que se llena de flores cada primavera.

- Entonces colócame junto al tallo, para que la raíz me absorba y pueda así participar de su vida unos minutos, unos días o ¿quién sabe cuánto tiempo? Quizá vuelva al cielo esta vez como parte de un vapor de agua perfumado que mejore un poquito este mundo.

- Ya está. Adiós, gotita.

- Adiós, amigo. Y Feliz Día del Agua.

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Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
Esquel - Chubut - Argentina
Marzo 22 de 2011

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